OPINION.- No nos podemos quejar

Por Saz Planelles

Un periodista extranjero le pregunta a un colega español:
-¿Cómo os va por España?
-No nos podemos quejar -responde el español.
-Ah, entonces, todo bien… -dice satisfecho el periodista extranjero.
-¡No, no! ¡Que no nos podemos quejar!

El chiste corre estos días de boca en boca por las redacciones de distintos medios de comunicación españoles. Pero es la realidad. España está cumpliendo al pie de la letra uno de los acuerdos del Foro de Sao Paulo, creado en Brasil en 1990 con el objetivo inicial de extender el comunismo bolivariano como contraposición al neoliberalismo dominante. El control de los medios de comunicación y de las redes sociales es y sigue siendo uno de las premisas del Foro latinoamericano, compuesto por países tan “democráticos” como Argentina, Aruba, Barbados, Bolivia, Venezuela, Cuba, Ecuador, Hondura… que son parte de la flor y nata de este “selecto” grupo que tiene el objetivo de cambiar el mundo. Antes fue tarea de la Unión Soviética. Brasil, con la llegada de Bolsonaro, ha apostatado del movimiento social comunista latinoamericano.
Pero los tentáculos de este movimiento han cruzado el Atlántico y ya penetran en Europa a través de España. Los doctrineros de Podemos han sido nominados para ello. Entre los partidos políticos que inicialmente compusieron el grupo bolivariano figura Izquierda Unida (España), cuyo status oficial actual en la organización es el de “socio junior en coalición” con el Gobierno español, por aquello de su colaboración o integración en Unidas Podemos. Sin figurar en la lista de fundadores, el partido de Iglesias es el representante más poderoso del Foro de Sao Paulo en Europa. Se creó con este objetivo con capital chavista.
La premisa del control a los medios de comunicación se está cumpliendo a rajatabla en España, bebiendo de las fuentes del chavismo venezolano. En la dictadura bolivariana de Venezuela se comenzó cerrando televisiones, periódicos y radios, para pasar a controlar internet. Junto con las expropiaciones de bienes y empresas. Pero eso hoy no toca. En España todavía no se han cerrado medios, pero todo se andará. Los ojos de los censores del régimen ya están puestos en alguno.

De momento, el gobierno, con el dinero de todos los españoles, ha decidido regar con millones de euros a los medios privados, como Mediaset o Mediapro. Una vez controlada la pública RTVE, en cuyo consejo son mayoría los miembros de Podemos, y tras hacer la pertinente limpia de periodistas díscolos, toca ahora la presión económica sobre las otras plataformas mayoritarias privadas. Siempre digo que ningún medio de comunicación es 100% objetivo en sus informaciones y opiniones. Detrás están grupos de presión económicos (publicidad), políticos (gobierno) o religiosos (Iglesia) que marcan la línea editorial. Pero lo que está ocurriendo ahora en España con los medios de comunicación, aprovechando la situación generada por el coronavirus, es de manual bolivariano. La ausencia de publicidad asfixia a las empresas de comunicación y el gobierno, con el dinero de los ciudadanos, acude al rescate de ellas para, de manera subliminal, más o menos descarada, comprar voluntades y ejercer el control absoluto de lo que es verdad o es mentira. Aquí me viene al pelo meter mi frase favorita: “Nada es verdad ni es mentira, sino según el color del cristal con que se mira”. Así que muerto el perro, se acabó la rabia. En España es muy fácil escuchar a ciudadanos (y ciudadanas) decir y defender con la vida lo que sea “porque lo ha dicho la televisión” o “ha salido en el periódico”. “Lo ha dicho Facebook”, en versión moderna 5G de última generación o 2.0

El segundo paso ya está en marcha. El gobierno ha permitido que empresas como Newtral, con engañoso y sonoro nombre democrático y libertario, presuntamente controlen ahora en España lo que circula por internet. Otro de los mandatos del Foro de Sao Paulo que ya está en marcha. La empresa pertenece a la periodista Ana Pastor, que junto con su marido, el ínclito Ferreras, el “gorila rojo”, como lo denominan despectivamente sus detractores, es el responsable de que la Sexta haya pasado a ser popularmente la Secta. Esta pareja feliz, con una relación de amistad verdadera con el vicepresidente Pablo Iglesias, es la encargada de llevar a cabo el control de todo lo que se dice, se emite y se escribe en España. Empresas como Facebook, WhatsApp y otras tienen que plegarse al control si quieren seguir operando en nuestro país. En los últimos días son numerosas las protestas de los usuarios de estas plataformas que se quejan de que son bloqueados temporalmente por Facebook, que sus comentarios son eliminados o que Watshapp ha limitado los envíos de mensajes o videos. Todo esto obedece a una hoja de ruta perfectamente diseñada que en España, como antes en otros países de América latina, se está cumpliendo a rajatabla.

Pero todo esto no sería posible sin el ansia viva de Pedro Sánchez para seguir siendo presidente del gobierno de España. A sus intereses creados con los independentistas catalanes y vascos, cuya hoja de ruta va viento en popa y a toda vela, ha tenido que sumar ahora las aspiraciones de los comunistas españoles, que también navegan con viento a favor. Nada de lo que está ocurriendo en España sería posible sin este nefasto, esperpéntico y egocéntrico personaje llamado Pedro Sánchez. Sus votantes, a los que logró engañar, no lo votaron para esto. Pero los medios de comunicación, ahora casi todos, se encargarán de sodomizar a sus votantes para que lleguen a defender los ideales sanchistas anteponiéndolos a los socialistas.

A uno, que ha trabajado en la Prensa del Movimiento franquista, todo esto le rejuvenece decenas de años. Aunque, a fuer de ser sincero, debo manifestar que en los tiempos franquistas se manipulaba con más elegancia o se veía menos. Será porque no había internet y todavía no habían nacido Pablo Iglesias (1978) y Antonio Ferreras (1966) estaba en parvulitos.

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