Juan Ramón Martínez
Concejal Grupo Socialista
No voy a ser yo quien defienda a la empresa que gestiona el Palau d’Esports l’Illa de Benidorm. Hay cosas que no me parecen correctas y si me han preguntado lo he dicho. Pero eso no implica que no hagamos las cosas bien. Hay un expediente abierto que debe seguir su curso y que terminará posiblemente con la rescisión del contrato.
Lo que sí que exijo desde estas líneas es un poco de responsabilidad. En una situación de lógica preocupación de los miles de usuarios de las instalaciones ante el brote de esta enfermedad, y el contexto de una ciudad que vive de su imagen, mezclar la aparición de la bacteria de la legionela con asuntos que no tienen nada que ver me parece de un enorme oportunismo político. Es como si se detectara esta misma bacteria en un establecimiento hotelero y se acusara a la cadena, y por extensión a la ciudad, de maltratar a sus clientes o visitantes. Los expertos saben que puede haber múltiples factores que hagan aflorar la legionela, y que podría ocurrir hasta en el edificio más limpio y cuidado. La prioridad en estos casos debe ser ponerse a disposición de las autoridades sanitarias y, políticamente, no avivar la llama sin conocer todavía los resultados.
Más que de oportunismo político, yo definiría lo que ha ocurrido esta semana de carroñerismo miserable. El señor Juan Ángel Ferrer obtuvo gracias a su condición de concejal toda la información que solicitó. El alcalde quiso hacer partícipes a todas las fuerzas políticas locales e incluso al sector empresarial –a través de la Fundación Visit Benidorm- de todas las gestiones que se realizaban en esta crisis en un ejercicio de transparencia que sería imposible en otras ciudades. Se invitó al señor Ferrer a sentarse a esta mesa a pesar de no ser portavoz y en contra de la opinión de algunos. Este señor pertenece al grupo de no adscritos tras abandonar el partido porque había salido elegido concejal, el PSOE, y donde fue colocado a dedo en la lista, y la ley excluye a estos traidores de formar parte de este órgano. Pero la benevolencia de nuestro alcalde, siempre es excesiva.
En lugar de trabajar de forma prudente y silenciosa, esperando resultados y que la evolución de los hechos permitiera hacer otros análisis, Ferrer optó por anteponer sus intereses personales y económicos. Su ego, afán de protagonismo y falta de lealtad ya era conocido por algunos. Lo que muchos desconocían era su ambición económica: aprovechar la situación para sembrar dudas, que cunda el pánico y que sus empresas que trabajan en el sector de la legionela hagan negocio. Ferrer quiso contratar servicios siendo concejal del Gobierno, algo a lo que lógicamente nos negamos.
No me opongo a que este edil haga oposición y denuncie los incumplimientos que considere. Me repugna el que lo haga pensando en la cuenta de resultados de sus sociedades y no en el interés de Benidorm, cuando de cara a la galería se erige como persona de izquierdas y defensor de su ciudad. Sirva como ejemplo la actitud responsable de otras fuerzas políticas con las que comparto muy pocas cosas. Ninguna responsabilidad debe quedar sin diluirse, pero cuando esta crisis esté resuelta.
En su denuncia Ferrer se ha aprovechado de sus conocimientos técnicos aunque con ello dañe a los trabajadores del Ayuntamiento y la Conselleria, profesionales que no representan a mercantiles y han trabajado de verdad por los ciudadanos, con independencia de qué partido gobierne. Ferrer ha manipulado los documentos, ha entregado a la prensa resultados de analíticas manipulados, colocando el logotipo oficial del Ayuntamiento para dar apariencia de veracidad. Ha ocultado información de análisis que tranquilizarían a los usuarios, como la microbiología, y ha llegado a decir que hemos expuesto a los usuarios del Palau a riesgos para su salud. Lo cierto, me veo obligado a decirlo, es que no hay quejas de los usuarios de la piscina, aunque se diga lo contrario.
Afortunadamente ningún partido quiere a Ferrer, que sale por la puerta de atrás de la política activa, con una última pataleta que ha demostrado quien es. Los socialistas nunca debimos regalar un puesto de concejal a este empresario de la legionela, una persona tóxica para la ciudad que traicionó la voluntad de los ciudadanos que nos votaron igual como engaña a quienes creen todavía en su palabra.
Aunque al señor Ferrer no le guste, ya no hay más casos y los que había se han recuperado. Algunos trabajamos para que la normalidad vuelva al Palau d’Esports.